#PanamaPapers
ICIJ, el cerebro de Los papeles de Panamá
Equipo de Investigación CdR
Marina Walker es una de las cabezas de Los papeles de Panamá, la investigación de la International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ), de la que Walker es vicedirectora, y que destapó una red de sociedades fantasma y montajes financieros en paraísos fiscales.
El trabajo llevó más de un año. “Nuestros aliados de Süddeutsche Zeitung (diario alemán) recibieron la data y nos pidieron trabajar en red, porque era muchísimo y había que hacer trabajo conjunto entre varios países”, explica Waker, quien habló con Consejo de Redacción, sobre el proceso.
¿Cuál ha sido el mayor reto de Panama Papers?
El mayor reto ha sido encontrar las mejores, las más urgentes y relevantes historias de interés público en esa gran masa de 11,5 millones de documentos, reportearlas a fondo y contarlas de una forma eficaz para que el lector sepa desde la primera línea que esta es una investigación sobre inequidad y corrupción, y no sobre impuestos y números abstractos.
¿Cómo blindaron los temas jurídicos, las eventuales demandas?
Haciendo una reportería profunda, rigurosa y justa. Esa es la mejor protección. Además le dimos a cada persona involucrada amplio derecho a réplica. Contamos con un abogado en nuestro equipo que lee cada palabra antes de que se publique.
¿Cuando se pensó en filtración, inquietó que ello no fuese considerado investigación?
No, jamás. Hemos hecho varias investigaciones basadas en documentos confidenciales, producto de filtraciones, y sabemos que estas investigaciones llevan tanto o más trabajo de verificación, chequeo y análisis que las investigaciones tradicionales. Panama Papers ha requerido verdadero trabajo de detective durante meses para develar actos de corrupción, transacciones oscuras y esquemas delictivos. La investigación empieza con los documentos confidenciales, pero continúa por fuera de ellos con todas las herramientas de la investigación tradicional.
¿Qué espera que suceda?
Ya ha sucedido tanto. Renuncias, arrestos, investigaciones criminales en muchos países. Lo más interesante es la reacción visceral de la gente común, la que se hartó de hacer las cosas bien y que unos pocos privilegiados tomen atajos y se rijan por reglas que sólo les atañen a ellos. Esa gente ha protestado en las plazas de Islandia, de Malta, de Londres. Ha copado Twitter con el hashtag #panamapapers. Y ha forzado a los tomadores de decisiones a hacer su trabajo, empezando por reformar las leyes que permiten que mucha de esta actividad offshore sea “legal”.
¿Cómo lograr juntar a tantos periodistas y dejar a un lado los egos?
No hay otra forma. Nadie puede lidiar con este enorme reto en aislamiento. La única forma era unir fuerzas y afrontarlo en equipo, cada uno aportando la riqueza de su conocimiento y visión local para interrogar la data. Y luego hay que compartir los hallazgos para entre todos construir la mejor investigación internacional posible con impacto global. Eso hicimos. Y en ese modelo los egos no tienen cabida. Nos une una misma misión periodística y un servicio público. No es fácil ni es perfecta la colaboración entre periodistas, pero probamos que es posible, incluso a gran escala. Hay un cambio de paradigma en el periodismo de investigación después de Panama Papers.